El abndono que enferma es el que nos hacemos a nosotras mismas cuando queremos dejar de habitar nuestros cuerpos físicos y dejamos de respirar.
Es una pequeña muerte.
Puede ser causada por un impacto emocional, un hábito cronificado o una reacción a un maltrato.
Dejamos de respirar, dejamos de habitarnos, queremos dejar nuestro cuerpo, y eso hacemos. Y el cuerpo se congestiona, se endurece, se muere un poco.
Contracturas, tensiones, endometriosis, quistes y tumores. Son el resultado de este deseo de pequeña muerte.
Todo esto me late mientras doy un masaje tras leer un escrito de Jeff Foster que decia que no te abandones cuando te abandonan. Que eso es el mayor abandono. Total.
Pienso. Nos abandonamos en una perpetuación del juego de la dualidad extrema que nos ata a este plano de neurosis. Si me abandono me convierto en víctima. Si tú no me salvas, eres mi verdugo.
La enfermedad como extrema llamada de atención. De máxima vulnerabilidad. De arma irreductible de manipulación. A cuántas de nosotras no nos abrazaban si no estábamos enfermas o débiles, o frágiles...
Como todo en este todo donde tod@s somos un@, lo que hacemos nos lo hacemos. Paremos ya este juego de poder y esta ilusión de división. Así no cambiamos de pantalla, seres.
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